Periodo de ilustración en El Salvador.
El periodo de la ilustración es
reconocido y caracterizado por el fervor con el que se toma en cuenta al
pensamiento y la razón para tratar de explicar, comprender, analizar y cambiar
la realidad humana en todas sus facetas, es el movimiento cultural que dio a
luz a los sistemas políticos que incluso hasta hoy en día se mantienen estables
en algunas regiones y un tanto más prestos a la corrupción y a las quejas en
otros. Era un consenso entre los pensadores de la época que la razón humana o la inteligencia del
hombre eran la única arma para combatir los males que causa y que son generados
por la ignorancia, la compulsiva superstición y la tiranía en gobernabilidad
que tan presente estaba en el siglo XVIII; es así como surgen ideales que hacen
eco hasta nuestros días, como lo son la igualdad política, la tolerancia y la
religión natural y no forzada/impuesta.
Es así como surgen movimientos en
Inglaterra, Francia, Alemania, España, entre otros países del viejo mundo que
comenzaron a tomar el camino al cambio que culminaría con la revolución
francesa para finales de siglo, Kant nos define:
“La Ilustración significa el
movimiento del hombre al salir de una puerilidad mental de la que él mismo es
culpable. Puerilidad es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de
otra persona. Esta puerilidad es culpable cuando su causa no es la falta de
inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena.
Sapere aude ¡Ten valor de servirte de
tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración.”
De la definición
anterior se puede rescatar que toda las inclemencias que padece el humano como
ser social, se deben a una triste y procurada falta de entendimiento y falta de
voluntad por adquirir, comprender y usar dicho entendimiento del mundo que le
rodea en todas las actividades que le sea posible. Es así como el siglo XVIII
ve desfilar en primera en fila a grandes pensadores y eruditos de las ciencias
como los fueron François-Marie Arouet (Voltaire), Émilie du Châtelet, Charles-Louis
de Secondat (Montesquieu), Jean-Jacques Rousseau, Denis Diderot, Georges Louis
Leclerc, conde de Buffon, entre otros. Que no solo aportaron conocimientos
nuevos, sino más bien se enfocaron en la ciencia ya existente y la adaptaron e
hicieron propia para cada uno de los ramos en los que se desempeñaban, tomando
todo lo que nos acababa de regalar el siglo inmediato anterior, que fue
adecuadamente definido, identificado y conocido como el “siglo de la razón”.
Es así como se dejaron planteadas
las ideas y las premisas de la antropología, ciencia que no desarrollaría sino
hasta el siglo siguiente pero que comenzaba a notarse la necesidad y campo de
acción en el que ésta iba a ser totalmente necesaria y útil, sobretodo por los
cambios en la política y los vacíos que dejaba la filosofía pura para temas
concretos y específicos que debían tener una visión diferente que los
complementara. Particularmente en la nación de El Salvador el siglo XVIII con
su ilustración y con su revolución francesa daría las premisas para la independencia
de los criollos asentados en el nuevo mundo pero siempre sometidos y regulados
por la corona española, eso en el ámbito político-económico, no fue hasta el
siguiente siglo para cuando la ilustración vería a los auténticos autores nacidos en el
país que nos ocupa y que basarían sus trabajos en los principios y axiomas
nacidos durante éste movimiento intelectual en el viejo mundo.
Es así como para
la segunda mitad del siglo XIX nuestra tierra ve nacer a Vicente Alberto
Masferrer Mónico, más conocido simplemente como Alberto Masferrer, personaje
que cuya obra comenzaría el proceso de una identificación nacional, objetivo
que aun en nuestros días no ve culminación, Alberto Masferrer siempre procuró y
abogó por la justicia social que tanta falta le hacia a la nueva nación, tal
como lo deja expreso y claro en su ensayo “Minimun
Vital”. Que trata básicamente de enumerar, explicar, justificar y denotar
todos aquellos aspectos que son lo mínimo que una persona necesita para vivir,
considerado una lectura prohibida y revolucionaria a los ojos del presidente
que seguiría posterior a la publicación del ensayo General Maximiliano
Hernández Martínez y que le obligaron a abandonar el país, otra de sus obras,
cuya temática hace eco todavía en nosotros como sociedad, es “El Dinero
Maldito” (ensayo moral) que básicamente trata del despilfarro y del uso en
cosas innecesarias que son producto muchas veces de nuestras vanidades y, hoy
en día, por la influencia de los medios de comunicación, cuya fidelidad a las
marcas y a los productos de transnacionales, hace que el individuo victima de
los mensajes continuos caiga en ese vacío social como lo es el aparentar y la
visión que tengan los demás respecto a uno u otro aspecto personal.
Otro de los
destacados literatos de la nación que seguiría a Masferrer, en términos
cronológicos, fue Salvador Salazar Arrué, cuyo seudónimo fue Salarrué y que su
enfoque en lo propio y no en términos que consideraba burdos como nación y la
no apropiación de las cosas importantes, se ve reflejado en “Cuentos de
Barro” sus obras que fueron realizadas en un periodo agitado y problemático en
la nación llevo al autor a tener cierto rechazo de los sistemas políticos
tradicionales e incluso de las definiciones nacidas en la ilustración, sin
embargo, mantuvo siempre el compromiso con el pueblo, que tan abatido había
sido durante la dictadura de la cual fue testigo, “Soy un hombre antigregario,
mi naturaleza de artista me hace apartarme de todo lo que es grupo, casta,
secta, partido, con ciudadanía e ismos en general… quiero ir libremente, sin
compromisos de partido, reservándome el derecho de estar al margen de todo lo
que sea reglamentación, canon o condición; mi calidad de artista me da tal
derecho” mostrando así su negativa al sistema y su vocación de ser un libre
pensante, su trabajo en el exterior le brindó ciertas particularidades que supo
exprimir para bien y no en banalidades, sus días finales tuvieron de
característica principal la miseria y la pobreza lo cual no opaco nunca su
espíritu filosófico, al punto incluso de verse reflejado en sus últimos
escritos, del cual se destaca:
“Vivimos una época en que la nobleza está
diluida entre las castas y en la cual un mentecato tiene permiso de
enriquecerse y hacerse una grandeza comprada. Creo firmemente que el sostener
con gozo la pobreza es signo de la fuerza y que es débil aquél que la teme y la
evade cobardemente. La pobreza aguarda en ella riquezas enormes. La libertad es
más factible en la pobreza que en la opulencia. El amor que a ella se acerca es
siempre auténtico y uno lo sabe”
Expresión que denota la poca importancia que
tiene para la vida, para su finalidad ultima y el legado que se pretende
dejar, —el dinero y las opulencias que va generando—. Se puede mencionar así
mismo a autores y figuras intelectuales literarias a Claudia Lars, Hugo Lindo,
Francisco Gavidia, Alfredo Espino, entre muchos más autores cuyos trabajos
dejaron huella en la sociedad salvadoreña.
Los dos autores que nos ha ocupado
el presente ensayo no son los únicos, sino dos de los más destacados, cuyo
sentimiento e intencionalidad por crear un espacio en pro de la justicia social
y la identidad como verdadero salvadoreño viera luz en el mundo, hace eco
todavía en nuestras ciencias sociales.
Referencias.
·
Kant, Immanuel (1784), ¿Qué es la Ilustración?,
traducción Alianza editorial, 2007, Madrid, España.
·
Masferrer, Alberto (1929), “El Mínimum Vital”,
re-editado por Editorial Jurídica Salvadoreña en 2010, El Salvador.
·
Ávalos, Jorge (2006). «Los misterios de
Salarrué». Consultado el 23 de septiembre de 2015 en http://archivo.elsalvador.com/noticias/2006/06/26/escenarios/esc1.asp
·
Roque, Ricardo (1999). “Salarrué Narrativa
Completa I”. Dirección de Publicaciones e Impresos, El Salvador.
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